Mostrando entradas con la etiqueta Laconada. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Laconada. Mostrar todas las entradas

miércoles, 25 de febrero de 2009

Fotos movidas



Ayer, martes de carnaval, tuvimos la obligada, deseada, esperada y querida laconada familiar de todos los años, de la que hice muchas foos para poder hacer a la noche una entrada de nuevo, como el año pasado, pero mejor y añadiendo las orejas y filloas de mil tipos que se sirvieron. Supongo que los que me conocéis bien sabréis que no es nada raro que absolutamente todas las fotos me hayan salido movidas (debí llevar el móvil). Yo sí me sorprendí y me enrabieté. Así que no hay entrada este año de la laconada de casa. Como se me había acabado la batería de la cámara y tuve que esperar a que se cargara antes de ver el nefasto resultado, la frustración que me dio el descubrimiento me llevó a irme a la cama, encender mis lamparitas de sal y sumergirme en mi libro. Y ahí ya fui feliz. Es que hace unos días terminé el último Vila-Matas que he leído, "Historia abreviada de la literatura portátil", del que no haré ningún comentario (para qué, y menos después de leer la fabulosa entrada de Ybris "Como cerdos"). Entonces, como es mi costumbre desde que tengo uso de razón o desde que recuerdo, que no es lo mismo, tuve que ir inmediatamente a coger otro libro y leer aunque fuera una página y ya disponerme a dormir. (Tengo entendido que nos pasa a muchos que consideramos el leer como un placer inmenso). Normalmente ya lo tengo preparado, aunque me suele gustar esperar a la última sensación al cerrar el libro que ya es pasado para así elegir mejor. Y dudé entre volver a leer alguna novela del siglo XIX, que tanto me gustan y que tanto hace que no leo, y digo volver porque no tengo en casa ninguna sin leer (y mira que tengo libros pendientes aún) o cogerme un ruso, que también me encantan; o, mejor aún, el grupo formado por la intersección de la novela rusa del XIX... Me levanté de la cama y de repente, no sé por qué, cogí un libro en cuanto lo vi: los "Cuentos", de William Carlos Williams, al que debo reconocer que no conocía hasta que leí sobre él cosas a través de Vila-Matas primero y luego se me empezó a aparecer en todas partes, como cuando conoces a una persona a la que nunca has visto y luego coincides en tantos sitios. Y pensé: Fauviña, mejor que leas cuentos, te irá mejor. El caso es que sentí lo que en los días siguientes leí en varios blogs sobre la novela del XIX, sobre las novelas rusas, sobre Ana Karenina y el sumergirse en el libro como el que se sumerge en el agua con todo el placer que suponemos se siente en el vientre materno... y precisamente me pasa lo mismo con este libro, aunque no sea ni ruso ni del XIX. Valga esta entrada para, a falta de laconada y orejas y filloas (este año con la novedad de la mermelada de calabaza casera y la de guindas negras y el cabello de ángel para acompañar a las filloas además de tomarse como siempre, sin nada, o con limón y azúcar, o con miel.
Y yo no creo en lo de los iones negativos y esas historias, pero entre las lámpara y el libro se me pasó la rabia de las fotos movidas.

miércoles, 6 de febrero de 2008

Laconada de Carnaval






Lacón con grelos
EL PLATO CORAL DEL ANTROIDO




Allá a principios del siglo XX, Manuel María Puga y Parga, más conocido en el mundo de la gastronomía por su seudónimo de ‘Picadillo’, cerraba una por lo demás imposible receta de lacón con grelos con estos versos:
“El labriego gallego, en Carnavales,
toma lacón para olvidar sus males;
y en bailes y foliadas
lo digiere después a bofetadas.
Por eso los lacones
no producen jamás indigestiones”

En una cosa tenía razón el que fue dos veces alcalde de La Coruña: el lacón con grelos, lo que llamamos la laconada, era un festín propio de Carnaval; y digo ‘era’ porque hoy en día se come lacón más o menos cuando apetece, aunque siga siendo plato invernal, más que nada por su contundencia. También acierta al señalar el origen popular, campesino, de la combinación. Medio siglo más tarde, cuando yo era un niño o un adolescente coruñés, recuerdo los días de Carnaval como una sucesión de laconadas; tanto, que hasta en los Salesianos nos daban fiesta el martes de Antroido por la tarde, para que pudiéramos digerir, a poder ser sin bailes ni foliadas, la preceptiva laconada de cierre carnavalesco.
Aunque hay variantes, y generalmente más pantagruélicas -con inclusión, sobre todo, de la cachola porcina-, una laconada al estilo tradicional consta de: una potente sopa hecha en el caldo resultante de la cocción del lacón; la laconada propiamente dicha, con lacón, chorizos -se recomienda uno por cabeza y alguno de propina, por si acaso-, patatas y, claro, grelos; como cierre, las clásicas filloas. Uno cree que Carnaval es la época idónea para disfrutar de la laconada; los grelos están en su momento perfecto, los lacones y los chorizos están en su punto exacto de sal y curación...

No insistiremos en una receta que todo el mundo conoce; pero subrayaremos que un lacón ofrece
varios sabores diferentes, según de qué parte se corte el trozo; que los chorizos no deben picar demasiado, para no erigirse en protagonistas de un plato en el que deben ser sólo un matiz más, y para eso más colorista que sápido; que las patatas han de estar enteras, pero bien hechas, y que los grelos han de ser abundantes. Tengo en mi memoria laconadas fastuosas, y también alguna para olvidar, como aquella con la que abrimos, en Pontevedra, el siglo XXI, en la que habían fileteado el lacón antes de cocerlo...
Uno de los mayores atractivos de la laconada es su carácter coral. Es para comer en familia, si la familia es amplia, o entre un buen grupo de amigos. Una laconada para uno, para dos... no es una laconada, además de que si se prepara como es debido y sólo son dos los comensales, hay lacón para todo el Carnaval.
Pese a comerse en Carnaval, la laconada no admite disfraces: es como es. Emilia Pardo Bazán, cuando daba la receta del codillo, decía: “preguntadle a un gallego, y os dirá que el codillo se llama lacón, y que no está bueno sino con grelos”. Es, todavía, el ‘plato nacional’ gallego, y requiere una tranquila y larga sobremesa, muy lejos de los ajetreos que recordaba ‘Picadillo’.
Los ultraortodoxos dirán que hay que acompañarla con un tinto gallego; uno, sin hacer de menos
nuestros tintos, cree que éste es un caso en el que la ‘globalización’ está más que justificada, y suele regar sus laconadas con algún reserva riojano o ribereño, con más cuerpo, potencia, edad y jerarquía que los -por otra parte cada vez mejores- tintos elaborados en Galicia.
Pero una cosa está clara: un gallego que en Carnavales no se mete en el cuerpo al menos un par de laconadas... corre el riesgo de “desgalleguizarse”. Vamos, que es menos gallego.



página 87



http://www.canaldeportivo.com


© R.C. Deportivo de La Coruña 2006. Todos los derechos reservados

Fotos: Laconada familiar, propiedad de FAUVE, la petite sauvage, autora de este blog, realizadas por Paquiño ;-)

Entradas populares

beruby.com - Empieza el día ganando

¡Gracias, Kira!

Gracias, Athena, con todo mi cariño, mi admiración y mi vergüenza por no haber visto el premio en su momento

¡Locos por los gatos!

¡Locos por los gatos!
¿Te apuntas?

Flores contra el Cáncer / Flowers against Cancer

Flores contra el Cáncer / Flowers against Cancer
Antoni Lozano

No compres, ¡adopta!
Esta web apoia á iniciativa dun dominio galego propio (.gal) en Internet

ÚNETE AL "MANIFIESTO POR LA SOLIDARIDAD" HACIENDO CLICK EN LA IMAGEN

¡ ¡ ¡ ¡ T E S O R O S ! ! ! !

¡ ¡ ¡ ¡ T E S O R O S ! ! ! !
¡Gracias, Candela!

¡Gracias, Alma Cándida!

¡Gracias, Alma Cándida!

¡Gracias, Lisebe!

¡Gracias, Candela! Algún día iré a Limerick...

¡Graciñas, Lisebe!

¡Gracias, Candela!

¡Gracias, Catman!

¡Gracias, P Vázquez "ORIENTADOR"!

¡Gracias de nuevo, P Vázquez "ORIENTADOR"!

PREMIO AL RETO "EN SEIS PALABRAS". ¡Gracias, Candela!

¡Gracias, BLAS!

¡Gracias, Nico!

Rosa Amiga por ser una cuentista

Rosa Amiga por ser una cuentista
¡Gracias, Groucho!

¡Gracias, P.Vázquez Orientador!

Lo encontré, por fin; ¡Gracias, Catman!

¡Gracias, Luis Antonio!

¡Gracias, Toupeiro!

¡Gracias, BLAS!

¡Gracias, Ababoll!