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martes, 1 de diciembre de 2009

If I could only be sure...

Una maravilla robada vilmente a C.

domingo, 5 de julio de 2009

LECTURA Y LIBERTAD I

Foto: encontrada en internet.

REPORTAJE: IDA Y VUELTA
Libertad de la novela
ANTONIO MUÑOZ MOLINA


Una novela es la libertad. El acto físico de abrirla es tan simple, tan rotundo, tan cargado de sentidos posibles, como el de abrir una puerta, una puerta de salida y una puerta de entrada. Hasta la tapa del libro parece una puerta que se abre. Salimos de algo y entramos en algo, cruzamos un umbral que se despliega entre nuestras manos, y al principio, como en algunos lugares misteriosos, nos encontramos en la sombra, y sólo gradualmente se acostumbran los ojos a la nueva claridad que irradia del interior del libro. En la casa de veraneo de sus abuelos Proust se encerraba a leer en un retrete con una pequeña ventana desde la que veía el campanario del pueblo. Juan Carlos Onetti leía de niño encerrado en un armario, a la luz de una linterna, acompañado por un gato al que acariciaba tan silenciosamente como pasaba las páginas, y decía que la causa de su mala vista era haber gastado los ojos leyendo en aquel refugio. Muchas tardes de verano yo he leído en un granero lleno de trigo recién cosechado, y en el tacto del papel había residuos del polvo de la trilla.


Empezar a leer se parece mucho a empezar a escribir: es encontrar un hilo y seguirlo, escuchar una voz y dejarse hechizar

Pero no siempre logra uno ese estado de encierro gustoso, de inmersión en aguas muy profundas, ese fervor de libertad en el interior de una novela. Tan necesarias como el libro en sí son las circunstancias: muchas páginas y mucho tiempo por delante, sin distracciones, sin estorbos, con un grado de concentración que según nos dicen cada vez es más difícil, pero sin el cual la experiencia integral de la novela no llega a cumplirse. A lo largo de dos viajes sucesivos en tren y de las ocho horas de un vuelo transatlántico yo he tenido esa oportunidad de lectura perfecta, y también la suerte de haber hallado el libro preciso para satisfacerla, una novela recién publicada que un amigo me trajo de Londres justo cuando preparaba el equipaje, The Winter Vault, de Anne Michaels.

Yo no sabía nada de esta autora. Tan sólo recordaba el título de una novela anterior, Piezas en fuga, que tuve en casa y no leí cuando se publicó hace años en español. Después he sabido que no es partidaria de dar demasiada información sobre su propia vida para que ese conocimiento no interfiera en el encuentro del lector con el libro, que debería ser lo más limpio posible. "De verdad creo que leemos de manera distinta un libro cuando sabemos incluso los detalles más banales de la vida de su autor", ha dicho. Es verdad que yo me he beneficiado de mi ignorancia: el deseo de la lectura lo despertó el título de la novela, La bóveda de invierno, y también un indicio sobre el argumento: en 1964 un ingeniero recién casado viaja con su mujer a la región del Alto Nilo para trabajar en el salvamento del templo de Abu Simbel, que habría sido anegado por las aguas de la presa de Asuán. Nada más. La libertad de la novela es también nuestra potestad de entrar en ella sin obligaciones ni prejuicios y decidir soberanamente si seguiremos leyendo o la dejaremos al cabo de unas páginas, porque en ese reino privado no obedecemos a nadie ni nos dejamos coaccionar por la opinión de otros que parezcan saber más y ni siquiera por la presión inmensa de lo que parece gustarle a todo el mundo. De nuestras preferencias o rechazos soberanos no tenemos que dar cuenta a nadie. La novela existe para nosotros en ese espacio de intimidad que nos protege tras la puerta cerrada de la lectura.

En el fondo, empezar a leer se parece mucho a empezar a escribir: es encontrar un hilo y seguirlo, escuchar una voz y dejarse hechizar y guiar por ella. La voz de Anne Michaels, despojada de biografía, de información, de prejuicios a favor o en contra, empecé a escucharla con una claridad singular cuando abrí su novela junto a la ventanilla del tren que me llevaba al norte, y luego me acompañó en la habitación de un hotel y en otra travesía de vuelta por los verdes cantábricos que se disolvían después en los ocres y amarillos de las llanuras de Castilla. Subí al avión y en cuanto me abroché el cinturón de seguridad ya abrí la novela para que la voz me acompañara, y mi viaje sobre el Atlántico se correspondía con los que emprenden los personajes de la novela, el ingeniero Avery y su mujer, Jean, sus idas y vueltas entre Canadá y Egipto, entre el dulce amor compartido y la desgracia y el remordimiento, y también los viajes que se cuentan el uno al otro, los que se enredan con sus vidas y los que les dieron origen y permitieron que se encontraran. La voz de la novela está hecha en realidad de muchas voces que se escuchan también en ella, y que no se pierden en el clamor general, tan poderoso sin embargo como el de los ríos que alimentan literalmente el fluir de la trama, el San Lorenzo, en Canadá, el Nilo, y de golpe -con esa sorpresa de la lectura que sólo es plenamente efectiva cuando se carece de información previa- el Vístula, el río de Varsovia. En 1945, al otro lado del Vístula, las tropas soviéticas permanecían detenidas mientras los alemanes aplastaban sanguinariamente la sublevación de los polacos y mientras metódicamente minaban y demolían una ciudad entera ya convertida en cementerio.

"No hay dos hechos tan apartados entre sí que no puedan juntarse", dice uno de los héroes de la novela, otro ingeniero, el padre de Avery, que alentó en su hijo desde que era niño el amor por las máquinas y por las grandes obras públicas, por la capacidad humana de comprender y transformar el mundo. La nieve de las cumbres que se ven a lo lejos desde el interior de una selva africana será luego el agua del gran río que fluye por el desierto. El empeño colosal de domar su corriente para que haga fértiles campos de cultivo y produzca la electricidad que mejorará las vidas de millones de personas también traerá consigo una escala de destrucción formidable: paisajes, aldeas, formas de vida, mundos enteros arrasados, miles o centenares de miles de otras personas que son despojadas de todo sin que se les pida su opinión en nombre de un progreso del que ellas no se benefician. Los ingenieros desmontan piedra por piedra el templo de Abu Simbel y lo reconstruyen en otra parte, pero el templo ya es una falsificación. Terminada la guerra la Ciudad Vieja de Varsovia es levantada de nuevo por los supervivientes, pero cuando más se parece a la que fue destruida más mentiroso resulta el simulacro.

La novela es la libertad: Anne Michaels acumula en la suya vidas inventadas, hechos históricos, informaciones sobre ingeniería y sobre botánica, exactitudes de la poesía y de la ciencia, y en esa acumulación hay un desbordamiento de abundancia y un rigor de arquitectura sin peso. La puerta de la novela da a las latitudes del mundo y a las bóvedas más secretas de la experiencia humana.

Piezas en fuga. Punto de Lectura. Madrid, 2001. 400 páginas. 7,60 euros.

http://www.elpais.com/articulo/semana/Libertad/novela/elpepuculbab/20090704elpbabese_5/Tes

sábado, 13 de junio de 2009

viernes, 27 de marzo de 2009

Embaucadores



"Rocher de la Vierge. Sala Biarritz". Foto de Jacques-Henri Lartigue, 1927.

Esta foto ilustra el libro de un gran embaucador: mi idolatrado Enrique Vila-Matas. Idolatrado porque me embauca. Me puede.

Suicidios ejemplares es el título de este mini libro que por 6,50 euros (precio editor) me compré el otro día en la Fnac (más barato aún al ser socia) de la colección Compactos Anagrama, junto con el otro (libro) del que tengo pendiente buscar la entrada donde hablé mal del libro sin conocerlo pero con prejuicios debidos al autor, del que sí he leído un "best seller" que lleva su nombre, y en donde pienso comentar cómo no pude resistirme a comprarlo y leerlo y descubrir por qué lo juzgaba mal (creo)... El caso es que ambos me embaucaron, pero de diferentes maneras.

La manera de Vila-Matas no voy a describirla tampoco, sino que va a ser el tema de esta entrada.

Enrique Vila-Matas comienza su libro con un cuento-introducción que copio letra a letra, espero que no me denuncien por plagio al estar haciendo al mismo tiempo propaganda, ¿no?, y que lleva por título VIAJAR, PERDER PAÍSES:

Hace unos años comenzaron a aparecer unos graffiti misteriosos en los muros de la ciudad nueva de Fez, en Marruecos. Se descubrió que los trazaba un vagabundo, un campesino emigrado que no se había integrado en la vida urbana y que para orientarse debía marcar itinerarios de su propio mapa secreto, superponiéndolos a la topografía de la ciudad moderna que le era extraña y hostil.
Mi idea, al iniciar este libro contra la vida extraña y hostil, es obrar de forma parecida a la del vagabundo de Fez, es decir, intentar orientarme en el laberinto del suicidio a base de marcar el itinerario de mi propio mapa secreto y literario y esperar a que éste coincida con el que tanto atrajo a mi personaje favorito, aquel romano de quien Savinio en Melancolía hermética nos dice que, a grandes rasgos, viajaba en un principio sumido en la nostalgia, mas tarde fue invadido por una tristeza muy humorística, buscó después la serenidad helénica y finalmente -"Intenten, si pueden, detener a un hombre que viaja con su suicidio en el ojal”, decía Rigaut- se dio digna muerte a sí mismo, y lo hizo de una manera osada, como protesta por tanta estupidez y en la plenitud de una pasión, pues no deseaba diluirse oscuramente con el paso de los años.
“Viajo para conocer mi geografía”, escribió un loco, a principios de siglo, en los muros de un manicomio francés. Y eso me lleva a pensar en Pessoa ("Viajar, perder países") y a parafrasearlo: Viajar, perder suicidios; perderlos todos. Viajar hasta que se agoten en el libro las nobles opciones de muerte que existen. Y entones, cuando todo haya terminado, dejar que el lector proceda de forma opuesta y simétrica a la del vagabundo de Fez y que, con cierta locura cartográfica, actúe como Opicinus, un sacerdote italiano de comienzos del trescientos, cuya obsesión dominante era interpretar el significado de los mapas geográficos, proyectar su propio mundo interior sobre ellos -no hacía más que dibujar la forma de las costas del Mediterráneo a lo largo y a lo ancho, superponiéndole a veces el dibujo del mismo mapa orientado de otra manera, y en estos trazados geográficos dibujaba personajes de su vida y escribía sus opiniones acerca de cualquier tema-, es decir, dejar que el lector proyecte su propio mundo interior sobre el mapa secreto y literario de este itinerario moral que aquí mismo ya nace suicidado.


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Que levante la mano el que no sienta unos deseos irrefrenables de continuar leyendo... Que levante la mano el que no se sienta embaucado.

Tanto me ha embaucado a mí que ni para hacer esta entrada he elegido cuadro o foto para mi mural; simplemente he buscado la foto de la que un detalle forma parte de la portada del libro.

miércoles, 25 de marzo de 2009

Espejos rotos


Continuando con la obsesión de los refugios de cada uno, de la forma de encontrar la autoestima de cada uno, de la singularidad, del mundo felino, de los espejos y de los reflejos, de los cuentos y la literatura y de mi homenaje a los argentinos, traigo hoy un cuento de uno de mis escritores favoritos que escribió una de mis novelas favoritísimas (Bomarzo): Manuel Mujica Lainez, que escribiré así, sin acentos, porque nunca he sabido cuál es la manera correcta: creo que he visto todas las combinaciones posibles. A mí me gusta decir Manuel Mújica Laínez, y así le llamo "por dentro", pero no sé si es así su nombre.

El complemento de mi "mural" no es en esta ocasión ninguna obra cumbre de la pintura ni nada de eso; es una simple foto (magnífica a mi modo de ver, como absoluta desconocedora del tema) que he encontrado por internet, y unida al cuento expresa perfectamente para quien lo quiera entender lo que pretendo expresar.

El cuento es inquietante, pero poco; raro, pero poco; curioso, bastante; especial: mucho. Es corto, pero largo; es fácil de leer, pero difícil. Es un cuento sujeto a muchas interpretaciones, algo que también me encanta, y es un cuento de literatura de la buena, para los que no tenéis tiempo de leerla pero sí de leer blogs ;-)

Espero que os guste.

Se llama

Narciso




Si salía, encerraba a los gatos. Los buscaba, debajo de los muebles, en la ondulación de los cortinajes, detrás de los libros, y los llevaba en brazos, uno a uno, a su dormitorio. Allí se acomodaban sobre el sofá de felpa raída, hasta su regreso. Eran cuatro, cinco, seis, según los años, según se deshiciera de las crías, pero todos semejantes, grises y rayados y de un negro negrísimo.
Serafín no los dejaba en la salita que completaba, con un baño minúsculo, su exiguo departamento, en aquella vieja casa convertida, tras mil zurcidos y parches, en inquilinato mezquino, por temor de que la gatería trepase a la cómoda encima de la cual el espejo ensanchaba su soberbia.

Aquel heredado espejo constituía el solo lujo del ocupante. Era muy grande, con el marco dorado, enrulado, isabelino. Frente a él, cuando regresaba de la oficina, transcurría la mayor parte del tiempo de Serafín. Se sentaba a cierta distancia de la cómoda y contemplaba largamente, siempre en la misma actitud, la imagen que el marco ilustre le ofrecía: la de un muchacho de expresión misteriosa e innegable hermosura, que desde allí, la mano izquierda abierta como una flor en la solapa, lo miraba a él, fijos los ojos del uno en el otro. Entonces los gatos cruzaban el vano del dormitorio y lo rodeaban en silencio. Sabían que para permanecer en la sala debían hacerse olvidar, que no debían perturbar el examen meditabundo del solitario, y, aterciopelados, fantasmales, se echaban en torno del contemplador.

Las distracciones que antes debiera a la lectura y a la música propuesta por un antiguo fonógrafo habían terminado por dejar su sitio al único placer de la observación frente al espejo. Serafín se desquitaba así de las obligaciones tristes que le imponían las circunstancias. Nada, ni el libro más admirable ni la melodía más sutil, podía procurarle la paz, la felicidad que adeudaba a la imagen del espejo. Volvía cansado, desilusionado, herido, a su íntimo refugio, y la pureza de aquel rostro, de aquella mano puesta en la solapa le infundía nueva vitalidad. Pero no aplicaba el vigor que al espejo debía a ningún esfuerzo práctico. Ya casi no limpiaba las habitaciones, y la mugre se atascaba en el piso, en los muebles, en los muros, alrededor de la cama siempre deshecha. Apenas comía. Traía para los gatos, exclusivos partícipes de su clausura, unos trozos de carne cuyos restos contribuían al desorden, y si los vecinos se quejaban del hedor que manaba de su departamento se limitaba a encogerse de hombros, porque Serafín no lo percibía; Serafín no otorgaba importancia a nada que no fuese su espejo. Éste sí resplandecía, triunfal, en medio de la desolación y la acumulada basura. Brillaba su marco, y la imagen del muchacho hermoso parecía iluminada desde el interior.

Los gatos, entretanto, vagaban como sombras. Una noche, mientras Serafín cumplía su vigilante tarea frente a la quieta figura, uno lanzó un maullido loco y saltó sobre la cómoda. Serafín lo apartó violentamente, y los felinos no reanudaron la tentativa, pero cualquiera que no fuese él, cualquiera que no estuviese ensimismado en la contemplación absorbente, hubiese advertido en la nerviosidad gatuna, en el llamear de sus pupilas, un contenido deseo, que mantenía trémulos, electrizados, a los acompañantes de su abandono.

Serafín se sintió mal, muy mal, una tarde. Cuando regresó del trabajo, renunció por primera vez, desde que allí vivía, al goce secreto que el espejo le acordaba con invariable fidelidad, y se estiró en la cama. No había llevado comida, ni para los gatos ni para él. Con suaves maullidos, desconcertados por la traición a la costumbre, los gatos cercaron su lecho. El hambre los tornó audaces a medida que pasaban las horas, y valiéndose de dientes y uñas, tironearon de la colcha, pero su dueño inmóvil los dejó hacer. Llego así la mañana, avanzó la tarde, sin que variara la posición del yaciente, hasta que el reclamo voraz trastornó a los cautivos. Como si para ello se hubiesen concertado, irrumpieron en la salita, maulando desconsoladamente.

Allá arriba la victoria del espejo desdeñaba la miseria del conjunto. Atraía como una lámpara en la penumbra. Con ágiles brincos, los gatos invadieron la cómoda. Su furia se sumó a la alegría de sentirse libres y se pusieron a arañar el espejo. Entonces la gran imagen del muchacho desconocido que Serafín había encolado encima de la luna ­y que podía ser un afiche o la fotografía de un cuadro famoso, o de un muchacho cualquiera, bello, nunca se supo, porque los vecinos que entraron después en la sala sólo vieron unos arrancados papeles­ cedió a la ira de las garras, desgajada, lacerada, mutilada, descubriendo, bajo el simulacro de reflejo urdido por Serafín, chispas de cristal.

Luego los gatos volvieron al dormitorio, donde el hombre horrible, el deforme, el Narciso desesperado, conservaba la mano izquierda abierta como una flor sobre la solapa y empezaron a destrozarle la ropa.


Manuel Mujica Lainez; Argentina: 1910-1984.

martes, 16 de diciembre de 2008

jueves, 4 de diciembre de 2008

Vender el Arte


Hoy me he llevado una gratísima sorpresa al ver el último artículo del blog de Vítor Mejuto que sigo en silencio y que tanto me gusta, y que recomiendo en la columna de la izquierda, llamado "Placer en silencio" (el artículo o "entrada"; el blog se llama "No tiene pérdida", en vez de "No se te ocurra perdértelo"...).

En él, una preciosa foto en la que, de perfil, Lugrís Vadillo, el hijo también pintor de Urbano Lugrís, posa junto a un pequeño mural de su padre pintado en un baño de un restaurante coruñés -como tantos otros que aún quedan por bares y cafeterías y que son tan poco cuidados; en una cafetería de la Calle Real hay un mural enorme que ocupa toda la pared a lo largo y ni cristalera siquiera tiene: la gente se sienta allí apoyando la silla, los bolsos, chubasqueros mojados y cabezas sobre el mural... Así tratamos aquí al arte. Aquí, en el mundo.


Quizás de la misma forma que surgió la obra, como supongo, dado que muchos pintores y otros artistas que tuvieron su vida bohemia y vivieron a veces (muchas, pocas) en el lado oscuro, que no era tan bonito como hoy nos lo pintan y cuentan, y pasaron necesidades y épocas difíciles económica y emocionalmente, vidas duras y altibajos extremos; y tuvieron que ingeniárselas para obtener manduca, o bebercio o lo que se terciara necesario en el momento que fuera, y así muchos vendían no su alma al diablo sino su arte al que les prodigaría de tales viandas, víveres, ¡mendrugos!, leche, licores, vinos, catres, camastros, jofainas, palanganas y todo tipo de provisiones... o lo que fuera menester, ya que no todo vale lo que cuesta, ni los precios son los valores, y en ese momento hicieron muy bien, dicho sea de paso, aunque la pena sea que en éste no nos demos cuenta de proteger ese patrimonio que debería ser casi (o sin casi) sagrado, que las instituciones deberían actuar y los particulares denunciar, pero seguimos yendo a los restaurantes y cafeterías y hacemos una foto y quedamos tan contentos...

No debería comerciarse con el Arte; si realmente fuésemos un planeta civilizado sería un bien común, como el aire que respiramos. Pero mientras estén muriéndose los niños en África con la desnutrición, continúen las guerras y aquí nos alegremos porque un hombre "de color" llegue a la presidencia de los Estados Unidos que gobiernan el mundo rico -el pobre no les interesa- y aplaudamos sus decisiones si nos favorecen, mirando para otro lado y quejándonos cuando no nos toca algo, eso, casi, será lo de menos.

Sirva esta entrada, que por una vez he escrito yo solita y de un tirón, para homenajear al señor don Urbano Lugrís, a su hijo, a César Quián (el autor de la fotografía que reproduzco) y a Vítor Mejuto, que me ha dado el placer de escribir esto.

Espero que os agrade.

domingo, 24 de agosto de 2008

Painted Bathroom Ceiling and Floor

YOU GOTTA LOVE THIS ONE.


THIS IS A CEILING MURAL IN A SMOKER'S LOUNGE.











There's another..below.

BATHROOM PAINTED FLOOR!!!

IMAGINE YOU ARE AT A PARTY ....

Tenth floor of a hi-rise building.....

AND THEN YOU HAVE TO VISIT THE BATHROOM...

You open the door...
NOW, REMEMBER
THE FLOOR IS JUST A PAINTED FLOOR !

KINDA TAKES YOUR BREATH AWAY.....

DOESN'T IT?

Scroll sloooooooowly. .....








Would this mess up your mind??? Would you be able to walk in
To this bathroom???

viernes, 22 de agosto de 2008

Paul Strand. Retrospectiva 1915-1976


Paul Strand, Vallas blancas.



Paul Strand. Retrospectiva 1915-1976


A Coruña: 3 de julio - 14 de septiembre
Vigo: 2 de octubre - 11 enero 2009

La Fundación Pedro Barrié de la Maza ofrece entre el 3 de julio y el 14 de septiembre, en su sede de A Coruña, y entre el 2 de octubre y el 11 de enero de 2009 en su sede de Vigo la primera retrospectiva que se podrá ver en España del fotógrafo norteamericano Paul Strand (New York City, 1890 Orgeval, Francia, 1976). Se trata además de su primera retrospectiva en Europa durante, al menos, las últimas tres décadas.

La exposición Paul Strand. Retrospectiva 1915-1976, de producción propia y comisariada por el profesor Rafael Llano, reúne por vez primera en España fotografías de todos los periodos de la carrera de Strand, con imágenes desde 1915 hasta 1976. La muestra es organizada por la Fundación en colaboración con la Aperture Foundation editorial de fotografía, sala de exposiciones y depositaria del Paul Strand Archive, con sede en Nueva York-, y el Philadelphia Museum of Art, prestadores de las 114 imágenes, todas vintage (60 de la Aperture Foundation y 54 del Philadelphia Museum of Art) que integran la exposición.

Con esta exclusiva muestra, la Fundación Pedro Barrié de la Maza retoma su línea de exposiciones temporales dedicadas a clásicos de la fotografía, que ya permitió acercar a España la obra de fotógrafos como Arnold Newman, Edward Weston, Alfred Stieglitz, Ansel Adams o más recientemente, en 2005, la muestra Iconos: la mejor fotografía y cine de la George Eastman House.

Exposición en diez secciones

La exposición se ha organizado en torno a las siguientes diez secciones, que permiten comprender las etapas artísticas y temáticas de la obra de Strand.

1.- En el principio fue Manhattan.
a.- Descubrimiento de la forma fotográfica.
b.- La ciudad viva.
c.- Sus habitantes: retratos cándidos.
d.- La belleza de las máquinas

2.- La máquina investiga la Naturaleza.
3.- La máquina investiga en la cultura: México.
4.- Historia y tradiciones de Norteamérica.
5.- Pueblos y culturas europeas: Francia, Italia, Escocia.
6.- Trabajadores de nuestro tiempo.
7.- La democracia a escala global.

a.- Países musulmanes: Egipto, Marruecos.
b.- África.

8.- La máquina y el progreso.
9.- Raíces familiares.
10.- La vida infinita en mi jardín.


El montaje incluirá la proyección continua del filme dirigido por Strand: Mannahatan (1921). Las películas Redes (1934), y Native Land (1942), también dirigidas por Strand, se proyectarán en el auditorio de la Fundación, en miércoles alternos.


(Fuente: http://www.fbarrie.org/fundacion/gallego/home.htm)
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Paul Strand, Boys at Cape Coast, Ghana (1963).



“Descubrid primero qué puede hacer esta cámara y estos materiales sin ninguna interferencia, únicamente con vuestra visión. Fotografiad un árbol, una máquina, una mesa, cualquier trasto viejo; hacedlo una y otra vez modificando la luz. Descubrid los resultados que se obtienen con distintos papeles y gradaciones... El campo es ilimitado, inagotable, sin salir de las fronteras naturales del medio”. Estas sencillas recomendaciones, escritas en 1923 por Paul Strand en su Carta a los estudiantes de Fotografía, resumen las bases conceptuales y metodológicas que animaron la obra del padre de la fotografía directa.

Nacido en Nueva York en 1890, Strand entendió que “la fotografía no es un atajo para llegar a la pintura, para llegar a ser artista o para cualquier otra cosa”. Su obra dio un decidido carpetazo a la concepción pictorialista, adelantándose casi una década a la Neue Sachlichkeit (Nueva Objetividad) de Albert Renger-Patzsch. Visionario como todo pionero, este hijo de inmigrantes bohemios selló la autonomía de la fotografía con aquella histórica instantánea de 1911 de Wall Street, una de las piezas estelares de su primera retrospectiva en España. La desnuda esencialidad de esta composición fue reconocida por Alfred Stieglitz como la partida de nacimiento de la fotografía moderna. Años después, sirvió de inspiración a Edward Hopper, transfiriendo a la pintura aquella función imitativa que antes había cumplido la fotografía.

Sin truculencias ni preparativos, sin ángulos forzados ni recursos efectistas, con la misma espontaneidad “directa” con que las cosas se muestran ante nosotros, entendió y practicó Paul Strand la fotografía. Simplemente mirando y posando su objetivo sobre esa materia excepcional que es la cotidianidad, firmó una brillante contribución que también alcanza al cine y que halló su continuidad en la asociación californiana f/64, integrada por Paul Weston, Imogen Cunningham, Ansel Adams y, entre otros, Williard van Dyke, para defender esa pureza de la fotografía que él representaba. Admirador de Eisenstein, su Mannahatta (nombre nativo de la isla citado por Walt Whitman), una delicia documental inspirada en el trabajo de Picasso y Braque realizada en 1925 en colaboración con Charles Sheeler, ocupa un espacio central en esta exposición.

Un mismo formato –íntimo–, una misma iluminación –tenue–, un mismo “descuido” por “lo completo” –esa “no composición” que favorece la “captación”–, son algunos rasgos estilísticos comunes a las 114 imágenes organizadas en los diez ámbitos temáticos de una muestra muy didáctica y clara que prácticamente alcanza hasta su muerte en 1976 en Orgeval, Francia, donde residió veintisiete años.

Tras el protagonismo de Manhattan, sus formas, sus gentes y la belleza de sus máquinas, la exposición progresa en paralelo a la biografía y los cambios de residencia de este activo defensor de la democracia social, mostrándonos sus estudios culturales en México y Europa, las tradiciones norteamericanas, los trabajadores de nuestro tiempo, las nuevas formas del progreso, las raíces familiares y hasta la vida infinita de “mi jardín”.

Ya sea en esas emotivas y serenas fotografías sociales que despertaron sospechas sobre su “anti-americanismo”, como en composiciones tan sencillas como The White Fence (aquella famosa valla blanca desgastada); en sus retratos de personas y en sus estudios de objetos, existe un denominador común en todas las fotografías de Paul Strand: el interés por mostrar la sorprendente belleza natural de lo cercano.

Pilar RIBAL
Fuente: http://www.elcultural.es/HTML/20080731/ARTE/ARTE23744.asp

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Paul Strand -en la wiki-, aquí.
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sábado, 9 de agosto de 2008

Entrad, entrad, amigos

Entrad, que no os arrepentiréis... ;-) Entrad aquí: Factoría Gráfica

(Un saludo y un guiño, Enrique Cabarcos).

sábado, 26 de julio de 2008

O Patacón, un tríptico y Cortázar

Dónde tendré el tríptico. Lo guardé tan bien que no lo encuentro desde hace años, y hace muchos que lo tengo -demasiado bien guardado. Me lo dieron en O Patacón, un emblemático pub de Coruña que ya no existe, del que era asidua (de las de verdad, que ahora todo el mundo dice hab erlo sido y no sé cómo podríamos entonces caber con lo pequerrechiño que era); entonces estaba con los ingleses, y recuerdo a algunos que ahora son famosos que también eran buenos feligreses, como nosotros. Pues el tríptico, hermosísimo, me lo guardé... y no lo encuentro, pero buscando aquí, en internet, he podido recuperar al menos las palabras y recordar que hacía referencia a un libro (¿no sería a una exposición?) de serigrafías de Luis Tomasello que originaron el poema. Prometo escanearlo cuando lo encuentre, aunque sea uno de mis tesoros; me gusta compartir.

Ahí va el poema:


Negro el diez

1

Empieza por no ser. Por ser no. El Caos es negro.
Como es negra la nada.


2

Nace la claridad, su gallo triza el cielo,
se esponjan los colores
vanidosos.

Pero el negro se ahínca primigenio. Toda luz
en el carbón se abisma, en el basalto.


3

Les physiciens appellent corps noirs tous ceux
qui absorbent intégralement les radiations reçues.

E.U.

Para mejor lanzarlos al asalto
del día. (Goya pudo decirlo).


4

Socavón en la sangre, en la memoria,
lo negro sube a la palabra, es la tormenta
rabiosa de los odios y los celos:
Othello es blackmoor, el moro negro
siempre, para el lívido Yago.


5

Padre profundo, pez abismal de los orígenes,
retorno a qué comienzo,
Estigia contra el sol y sus espejos,
término de los cambios,
última estela de las mutaciones,

palabra del silencio.


6

Su palacio nocturno: el sueño, el párpado
sedosa guillotina del diurno pavorreal
para que sólo las similitudes
desplieguen sus tapices de morado, de púrpura y de
óxidos,
harem del negro, esperma de los sueños.


7

Se diría que le gusta que lo aplanen, lo espatulen,
lo tiendan en
lisas superficies, como se hace aquí. Se diría que ama
ser el
trampolín desde donde saltan los colores, su callado
sostén.
Todo es más contra el negro; todo es menos cuando falta.


8

Cedes a estas metamorfosis que una mano enamorada
cumple en ti, te llenas de ritmos, hendeduras, te
vuelves tablero, reloj de luna, muralla de aspilleras
abiertas a lo que acecha siempre del otro lado,
máquina de contar cifras fuera de las cifras, astrolabio
y portulano para tierras nunca abordadas, mar
petrificado en el que resbala el pez de la mirada.


9

Caballo negro de las pesadillas, hacha del
sacrificio, tinta de la palabra escrita, pulmón
del que diseña, serigrafía de la noche,
negro el diez, ruleta de la muerte, que se
juega viviendo.


10

Tu sombra espera tras de toda luz.

Julio Cortázar

martes, 8 de julio de 2008

Sevilla



De la gran fotógrafa y amiga MJCarmona ( www.mjcarmona.com )

miércoles, 26 de marzo de 2008

Max y Tartaruga sobre el Puente de Bristol y sin el ratón

¿Qué sostiene al mundo? Atlas. Y ¿qué sostiene a Atlas? El caparazón de una tortuga. ¿Y qué sostiene al caparazón? La tortuga. ¿Y qué sostiene a la tortuga? Otra tortuga. ¿Y a esa tortuga? Otra más. ¿Y a esa otra? Otra más…

¿Y el amor? El amor está más allá de especies y razas. ¿Qué amor? El amor que no se encierra en sí mismo y traspasa el comfort de la concha de la tortuga hasta el infinito…

Fotografía de esta menda lerenda.

laopinioncoruna.es

domingo, 23 de marzo de 2008

Max

Es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera que se diría todo de algodón, que no tiene huesos… No es un gato negro cualquiera… ¡Es Max! Único, con un tirabuzón por cola (padre o madre siamesa) “Europeo” pero nada “común”: sabe encender la impresora, abrir puertas, es el dueño de la casa, se comunica para todo, maúlla como un cachorrito (y en abril cumple dos años), sabe decir “mamá” y “agua”, es muy charlatán. Además es muy bueno: nos deja compartir “su” piso, y es simpático y payaso, elegante, gracioso, curioso, cariñosísimo, juguetón, muy dependiente, muy sociable, muy mimoso; ¡tiene una tortuga de mascota!, muy obediente, muy listo, muy guapo, muy sano, tiene un pelo que llama la atención y, sobre todo, es muy, muy feliz; un gato fuera de serie que se gana a todo el mundo y es la alegría de la casa, y que habría muerto atropellado cuando lo abandonaron a las puertas del Parque de Santa Margarita de no encontrarlo y salvarlo Sandra y Diego, a los que les debemos todo.


Concurso de mascotas laopinioncoruna.es; no hemos ganado oficialmente pero nosotros nos sentimos desde hace tiempo como unos verdaderos campeones gracias a todos vosotros que nos habéis votado.
Millones de trillones de gracias.
Firmado,
Max.


(Fotografía de esta menda lerenda).

viernes, 22 de febrero de 2008

La fauna de las Fragas del Eume y "Tierra"

Fauna de las Fragas del Eume, A Coruña



"Cabecera y cierre del documental de fauna hecho para el Parque Natural de las Fragas del Eume en Coruña.

Dos años de producción fueron necesarios para completar este trabajo. No es "Tierra, la película de nuestro planeta" pero teniendo en cuenta la diferencia de medios desplazados... bueno que opine cada uno.
", dice su autor. Yo propongo aquí su tema para intentar contribuir a su difusión y si os gusta, por favor: opinad.




Anuncio de "Tierra, la película de nuestro planeta".




Visita selvalupi.com

Gracias por tu labor y por tu arte, Ramiro ;-)

martes, 19 de febrero de 2008

Círculos, circunferencias, espirales y brotes tiernos.




"Brotes tiernos"
" Dentro existe el sueño, fuera el enrojecimiento, en la mañana existe el significado, en la tarde el sentimiento. En la tarde existe el sentimiento. En el sentimiento cualquier cosa descansa, en el sentimiento cualquier cosa se acumula, en el sentimiento existe resignación, en el sentimiento existe reconocimiento, en el sentimiento existe repetición y completamente equivocado existe un pellizco. Todas las posiciones tienen vaporizadores y todas las cortinas tienen edredones y todo lo amarillo tiene discriminación y todo el círculo tiene circunferencia. Esto hace la arena. "
Gertrude Stein (EEUU, 1874-1946)



Ambas fotos están tomadas por esta menda lerenda; la primera son los brotes y capullos de mi alucinantemente impresionante orquídea y la otra de una escalera que conocí una vez y ni subí ni bajé, pero sí miré y contemplé y recordaré.

sábado, 24 de noviembre de 2007

Sufro, luego existo

(Pintada en un muro de uno de los puentes que atraviesa la Ronda de Nelle, en A Coruña; fotografiada por esta menda lerenda).

"Oigo incluso cómo ríen
las montañas
arriba y abajo de sus azules laderas
y abajo en el agua
los peces lloran
y toda el agua
son sus lágrimas.
oigo el agua
las noches que consumo bebiendo
y la tristeza se hace tan grande
que la oigo en mi reloj
se vuelve pomos en la cómoda
se vuelve papel sobre el suelo
se vuelve calzador
ticket de lavandería
se vuelve
humo de cigarrillo
escalando un templo de oscuras enredaderas...

poco importa

poco amor
o poca vida
no es tan malo

lo que cuenta
es observar las paredes
yo nací para eso

nací para robar rosas de las avenidas de la muerte."

Poema
Charles Bukowski

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