martes, 16 de junio de 2009

Durabilidad, o del concepto de lo obsoleto y lo perecedero.


(Para G., con toda la tristeza de la muerte y toda la alegría de la vida unidas en un mismo día).



Lo que me pasa es que no consigo andar por el mundo tirando cosas y cambiándolas por el modelo siguiente sólo
porque a alguien se le ocurre agregarle una función o achicarlo un poco.

No hace tanto, con mi mujer, lavábamos los pañales de los críos, los colgábamos en la cuerda junto a otra
ropita, los planchábamos, los doblábamos y los preparábamos para que los volvieran a ensuciar.

Y ellos, nuestros nenes, apenas crecieron y tuvieron sus propios hijos se encargaron de tirar todo por la
borda, incluyendo los pañales.

¡Se entregaron inescrupulosamente a los desechables! Si, ya lo sé. A nuestra generación siempre le costó
tirar. ¡Ni los desechos nos resultaron muy desechables! Y así anduvimos por las calles guardando los mocos en el
bolsillo y las grasas en los repasadores.

¡¡¡Nooo!!! Yo no digo que eso era mejor. Lo que digo es que en algún momento me distraje, me caí del mundo y
ahora no sé por dónde se entra. Lo más probable es que lo de ahora esté bien, eso no lo discuto. Lo que pasa es
que no consigo cambiar el equipo de música una vez por año, el celular cada tres meses o el monitor de la
computadora todas las navidades.

¡Guardo los vasos desechables!

¡Lavo los guantes de látex que eran para usar una sola vez!

¡Apilo como un viejo ridículo las bandejitas de espuma plástica de los pollos!

¡Los cubiertos de plástico conviven con los de acero inoxidable en el cajón de los cubiertos!

¡Es que vengo de un tiempo en el que las cosas se compraban para toda la vida!

¡Es más!

¡Se compraban para la vida de los que venían después!

La gente heredaba relojes de pared, juegos de copas, fiambreras de tejido y hasta palanganas de loza.
Y resulta que en nuestro no tan largo matrimonio, hemos tenido más cocinas que las que había en todo el
barrio en mi infancia y hemos cambiado de heladera tres veces.

¡¡Nos están fastidiando! ! ¡¡Yo los descubrí!! ¡¡Lo hacen adrede!! Todo se rompe, se gasta, se oxida, se
quiebra o se consume al poco tiempo para que tengamos que cambiarlo. Nada se repara. Lo obsoleto es de fábrica.

¿Dónde están los zapateros arreglando las media-suelas de las Nike?

¿Alguien ha visto a algún colchonero escardando sommiers casa por casa?

¿Quién arregla los cuchillos eléctricos? ¿El afilador o el electricista?

¿Habrá teflón para los hojalateros o asientos de aviones para los talabarteros?

Todo se tira, todo se desecha y, mientras tanto, producimos más y más basura.

El otro día leí que se produjo más basura en los últimos 40 años que en toda la historia de la humanidad.

El que tenga menos de 40 años no va a creer esto: ¡¡Cuando yo era niño por mi casa no pasaba el basurero!!

¡¡Lo juro!! ¡Y tengo menos de... años!

Todos los desechos eran orgánicos e iban a parar al gallinero, a los patos o a los conejos (y no estoy
hablando del siglo XVII)

No existía el plástico ni el nylon. La goma sólo la veíamos en las ruedas de los autos y las que no estaban
rodando las quemábamos en la Fiesta de San Juan.

Los pocos desechos que no se comían los animales, servían de abono o se quemaban.. De 'por ahí' vengo yo. Y
no es que haya sido mejor. Es que no es fácil para un pobre tipo al que lo educaron con el 'guarde y guarde que
alguna vez puede servir para algo', pasarse al 'compre y tire que ya se viene el modelo nuevo'.

Mi cabeza no resiste tanto.

Ahora mis parientes y los hijos de mis amigos no sólo cambian de celular una vez por semana, sino que,
además, cambian el número, la dirección electrónica y hasta la dirección real.

Y a mí me prepararon para vivir con el mismo número, la misma mujer, la misma casa y el mismo nombre (y vaya
si era un nombre como para cambiarlo) Me educaron para guardar todo. ¡¡¡Toooodo!!! Lo que servía y lo que no.
Porque algún día las cosas podían volver a servir. Le dábamos crédito a todo.

Si, ya lo sé, tuvimos un gran problema: nunca nos explicaron qué cosas nos podían servir y qué cosas no. Y en
el afán de guardar (porque éramos de hacer caso) guardamos hasta el ombligo de nuestro primer hijo, el diente del
segundo, las carpetas del jardín de infantes y no sé cómo no guardamos la primera caquita. ¿Cómo quieren que
entienda a esa gente que se desprende de su celular a los pocos meses de comprarlo?

¿Será que cuando las cosas se consiguen fácilmente, no se valoran y se vuelven desechables con la misma
facilidad con la que se consiguieron?

En casa teníamos un mueble con cuatro cajones. El primer cajón era para los manteles y los repasadores, el
segundo para los cubiertos y el tercero y el cuarto para todo lo que no fuera mantel ni cubierto. Y guardábamos..
¡¡Cómo guardábamos!! ¡¡Tooooodo lo guardábamos!! ¡¡Guardábamos las chapitas de los refrescos!! ¡¿Cómo para
qué?! Hacíamos limpia-calzados para poner delante de la puerta para quitarnos el barro. Dobladas y enganchadas a
una piola se convertían en cortinas para los bares. Al terminar las clases le sacábamos el corcho, las
martillábamos y las clavábamos en una tablita para hacer los instrumentos para la fiesta de fin de año de la
escuela. ¡Tooodo guardábamos!

¡¡¡Las cosas que usábamos!!!: mantillas de faroles, ruleros, ondulines y agujas de primus. Y las cosas que
nunca usaríamos. Botones que perdían a sus camisas y carreteles que se quedaban sin hilo se iban amontonando en
el tercer y en el cuarto cajón. Partes de lapiceras que algún día podíamos volver a precisar. Tubitos de plástico
sin la tinta, tubitos de tinta sin el plástico, capuchones sin la lapicera, lapiceras sin el capuchón.
Encendedores sin gas o encendedores que perdían el resorte. Resortes que perdían a su encendedor.

Cuando el mundo se exprimía el cerebro para inventar encendedores que se tiraban al terminar su ciclo,
inventábamos la recarga de los encendedores descartables. Y las Gillette -hasta partidas a la mitad- se
convertían en sacapuntas por todo el ciclo escolar. Y nuestros cajones guardaban las llavecitas de las latas de
sardinas o del corned-beef, por las dudas que alguna lata viniera sin su llave. ¡Y las pilas! Las pilas de las
primeras Spica pasaban del congelador al techo de la casa. Porque no sabíamos bien si había que darles calor o
frío para que vivieran un poco más. No nos resignábamos a que se terminara su vida útil, no podíamos creer que
algo viviera menos que un jazmín.

Las cosas no eran desechables. Eran guardables. ¡¡¡Los diarios!!! Servían para todo: para hacer plantillas
para las botas de goma, para poner en el piso los días de lluvia y por sobre todas las cosas para envolver.
¡¡¡Las veces que nos enterábamos de algún resultado leyendo el diario pegado al trozo de carne!!!

Y guardábamos el papel plateado de los chocolates y de los cigarros para hacer guías de pinitos de navidad y
las páginas del almanaque para hacer cuadros y los cuentagotas de los remedios por si algún medicamento no traía
el cuentagotas y los fósforos usados porque podíamos prender una hornalla de la Volcán desde la otra que estaba
prendida y las cajas de zapatos que se convirtieron en los primeros álbumes de fotos. Y las cajas de cigarros
Richmond se volvían cinturones y posa-mates y los frasquitos de las inyecciones con tapitas de goma se
amontonaban vaya a saber con qué intención, y los mazos de naipes se reutilizaban aunque faltara alguna, con la
inscripción a mano en una sota de espada que decía 'éste es un 4 de bastos'.

Los cajones guardaban pedazos izquierdos de palillos de ropa y el ganchito de metal. Al tiempo albergaban
sólo pedazos derechos que esperaban a su otra mitad para convertirse otra vez en un palillo.

Yo sé lo que nos pasaba: nos costaba mucho declarar la muerte de nuestros objetos. Así como hoy las nuevas
generaciones deciden 'matarlos' apenas aparentan dejar de servir, aquellos tiempos eran de no declarar muerto a
nada: ¡¡¡ni a Walt Disney!!!

Y cuando nos vendieron helados en copitas cuya tapa se convertía en base y nos dijeron: 'Cómase el helado y
después tire la copita', nosotros dijimos que sí, pero, ¡¡¡minga que la íbamos a tirar!!! Las pusimos a vivir en
el estante de los vasos y de las copas. Las latas de arvejas y de duraznos se volvieron macetas y hasta
teléfonos.. Las primeras botellas de plástico se transformaron en adornos de dudosa belleza. Las hueveras se
convirtieron en depósitos de acuarelas, las tapas de botellones en ceniceros, las primeras latas de cerveza en
portalápices y los corchos esperaron encontrarse con una botella.

Y me muerdo para no hacer un paralelo entre los valores que se desechan y los que preservábamos. ¡¡¡Ah!!!
¡¡¡No lo voy a hacer!!! Me muero por decir que hoy no sólo los electrodomésticos son desechables; que también el
matrimonio y hasta la amistad son descartables.

Pero no cometeré la imprudencia de comparar objetos con personas. Me muerdo para no hablar de la identidad
que se va perdiendo, de la memoria colectiva que se va tirando, del pasado efímero. No lo voy a hacer. No voy a
mezclar los temas, no voy a decir que a lo perenne lo han vuelto caduco y a lo caduco lo hicieron perenne. No voy
a decir que a los ancianos se les declara la muerte apenas empiezan a fallar en sus funciones, que los cónyuges
se cambian por modelos más nuevos, que a las personas que les falta alguna función se les discrimina o que
valoran más a los lindos, con brillo y glamour.

Esto sólo es una crónica que habla de pañales y de celulares. De lo contrario, si mezcláramos las cosas,
tendría que plantearme seriamente entregar a la 'bruja' como parte de pago de una señora con menos kilómetros y
alguna función nueva. Pero yo soy lento para transitar este mundo de la reposición y corro el riesgo de que la
'bruja' me gane de mano y sea yo el entregado.

Hasta aquí Eduardo Galeano.

Para mayores de 40. Eduardo Galeano


(Muchísimas gracias a la persona que me lo envió).

20 comentarios:

Juan Duque Oliva dijo...

Hasta que no llegó Mario yo lo guardaba todo y la verdad es que vino bien tirar algo, lo bueno es saber que es verdaderamente importante para dejarlo siempre a nuestro lado, hasta que no podamos hacerlo más.

Un beso

BLAS dijo...

Qué estupendo relato, no he podido dejar de leerlo! Además, me ha recordado a veces a mi padre, a mi abuela, o a la casa de mis otros abuelos, jejeje... Se nota la época a la que se refiere, y no le falta razón...

Saludos Fauve!

Luis Antonio dijo...

Interesante texto, Fauve.

Estoy leyendo "Espejos" de Galeano,pero me está llevando mucho más tiempo del que imaginaba. Al cabo de pocas páginas, tengo que dejarlo...

Un abrazo

Le Mosquito dijo...

Pocos lo entenderá, sí; pero es posible que algún día se vean obligados a entenderlo. ¿Mal augurio? No: mi opinión quiere ser optimista; Tanto como las noches al raso que los vecinos pasamos en calzoncillos, colchones en la calle, y a la fresca de una conversación que reciclábamos todos los días.

Sofía B. dijo...

Fantástico como siempre.

Besos

Candela dijo...

Hay cosas que me parecen un pooco exageradas. Y yo nunca he tirado basura a patos,conejos ni nada porque no viiamos en una granja, no todo el mundo vivia en una geranja.
Se nota mucho de que parte del mundo viene el relato, hay cosas que por dios,nunca las he oido.
Por cierto, los pañales reciclables estan de moda de nuevo. Y yo nunca tuve un granito en el pompis por no usar dodottis de marca!

BLAS dijo...

Candela! tú no puedes saber si tuviste o no un granito en el pompis, y seguro que ni tu madre se acuerda. Pero de todas formas, ni tú ni yo somos de la generación del Dodotis, que empezaron allá por el 78-79. Estaba mi madre como loca con ellos cuando salieron y se lo plantó rápido a mi hermana, porque conmigo estaba hasta el moño de tener que andar lavando todo el día pañales...

maracuyá dijo...

Fauve!!! Este Galeano...bueno, ya sabes.
Soy una gran guardadora, pero en mi desorden luego no encuentro las cosas cuando las necesito.
También lavé pañales, pero me adheriría sin culpas a los descartables...

Con tanto desecho estamos descartando al mundo...y lo grave es que no nos damos cuenta que no hay reposición

Por qué Luis, tiene que dejar Espejos a las pocas páginas? Ya le preguntaré. Te pasa lo mismo?

Muchos besitos

Funcionario's blog dijo...

Hay momentos para todo. Yo conozco gente que usa vasos y cubiertos de plástico para no tener que lavar luego.

Eso sí, el texto es genial. Un besote, guapa.

Doctor Krapp dijo...

Cualquier tiempo pasado...fue distinto.
El mundo es lo que es y los que nod manejan, deciden y manipulan como marionetas son como son.
La durabilidad de las cosas es un valor en alza cuando se vive en la premura. Cuando la gente vivía en una obligada durabilidad, por ejemplo, cuando tenía dos camisas que había que remendar una y otra vez ya que no había dinero para más, añoraba la suerte del vecino que tenía tres prendas en lugar de dos.
Y así son las cosas o así nos las han contado.

Luis Antonio dijo...

A MARACUYÁ (con permiso de Fauve):

Lo tengo que dejar porque tiene tanta "miga" que me obliga a hacer reflexiones profundas.¿A ti no? Es un libro de meditación...

Besos para ambas

Gustavo dijo...

Un beso grande...grande con un pedacito de mi corazón...que guardaré solo para ti.

Y un beso grande...grande desde la vida.

PABLO JESUS GAMEZ RODRIGUEZ dijo...

Volví de mi breve autoexilio, querida amiga. Gracias por tu comentario y por tus animos.

Un abrazo enorme...!

maracuyá dijo...

Luis. Bueno, es que yo leo por las noches, y lo que me hacía dejarlo era el sueño. Igual, cuando llegué a la mitad, más o menos, lo dejé por un tiempo.
Lo que me ha pasado es que he tenido que volver muchas veces a releer algún texto; pues aunque son relatos independientes están muy relacionados entre sí, ¿no es así?.

Gracias por responder.

Un beso grande a vos, y otro a Fauve

Susana Peiró dijo...

Buenos Días Fauveeeeeeee!!!!

De regreso al ruedo, después de muchos días complicados y sin tiempo!

Y me recibís con este bocadito de Galeano! Muchas Gracias mi cielo!
Intento llevar el "inventario" al día y a veces lo consigo!

Beso, Abrazote y mi Cariño para Vos Amiga!!!!

gamar dijo...

Yo soy muy prolijo, ordenado y selectivo. Sólo guardo las cosas que nunca voy a necesitar. De lo que necesito nunca tengo pero como hay tantas cosas busco igual.
En fin. El texto es muy bueno. Saludos desde muy lejos.

~ R ~ dijo...

El Tercio Viejo de Escarlatas ha vuelto a levantar campo y se dirige a mejores tierras,… estos viejos veteranos de Flandes e Italia se alegrarían de Vuestra visita, mi Señora.

Expresiones "tengo más de 40" varias.

RELATO DEL PRESENTE dijo...

Este texto fue uno de mis primeros posteos en mi primer blog!

Apuntando a la costumbre de tirar lo que no sirve, las industrias se han aprovechado de un modo espeluznante.

Fauve, la petite sauvage dijo...

Aclaración:
http://fauvelapetitesauvage.blogspot.com/2009/06/rectificacion-y-aclaracion.html

Fauve, la petite sauvage dijo...

Cortada para unir, copiar y pegar:

http://fauvelapetitesauvage.
blogspot.com/2009/06/
rectificacion-y-aclaracion.html

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