miércoles, 15 de agosto de 2007
Leer por placer
¿La buena vida? “Leer por placer es un hábito que languidece”
Según una encuesta, citada por Nora Bär en el diario La Nación y realizada en los Estados Unidos, leer por placer es un hábito que languidece, y la tendencia, al parecer es generalizada, no importa la región del planeta donde se mida.
Muchos desde hace algún tiempo tienden a pensar y sostener que cada vez se lee menos pero esta vez hay cifras. Se trata de una medición llevada adelante por el Fondo Nacional de las Artes norteamericano que afirma, entre otras cosas, que las personas que leen por placer tienen más posibilidades que las que no lo hacen de visitar museos e ir a funciones de música, casi tres veces más posibilidad de hacer trabajo de voluntariado y solidario, y casi el doble de posibilidad de ir a espectáculos deportivos. Los lectores son activos, mientras que los no lectores -más de la mitad de la población, al menos en los Estados Unidos- se han establecido en la apatía.
A propósito de estos datos revelados, el escritor Andrew Solomon en una columna publicada el diario The New York Times interpreta que existe un abismo entre "aquellos para quienes la vida es una constante cosecha de experiencia y conocimientos frescos, y aquellos para los que la madurez es un proceso de atrofia mental".
Y añadió que a diferencia de los medios electrónicos que ofrecen información “procesada”, la lectura es activa, requiere esfuerzo, concentración y atención, y estimula el razonamiento y el sentimiento. "La mayoría de la gente usa la televisión como un medio para apagar su mente, no para encenderla", ilustró
Solomon se pregunta: "¿Cuál es el sentido de tener una población que puede leer, pero no lo hace? Necesitamos enseñar a las personas no sólo cómo leer, sino también por qué. El desafío no es hacer que la gente lea más, sino que quiera leer más".
Un cita imperdible que hace Solomon, finalmente, del escritor Franz Kafka: "Un libro debe ser un hacha de hielo para romper los mares congelados dentro de nuestra alma".
Fuente: La Nación
Publicado por Pablo Mancini el Septiembre 1, 2004 08:37 PM | TrackBack
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5 comentarios:
Yo en realidad preferiría hacer todo lo que leo a nada más leerlo. A veces me pregunto si en realidad vale la pena pasarme el tiempo leyendo, pero no me preocupa la respuesta porque a eso me dedico. Si no, no como. Dado que la mayoría de la gente no está en mi situación, tal vez tenga cosas más importantes que hacer. Cosas más instructivas, relevantes, como ver televisión, sobre todo al darse cuenta de que su vida cada día se parece más a la reality TV.
Decía Aristóteles que la virtud está en el justo medio, pero no es lo mismo el justo medio de las cosas que el de las personas, cada uno tenemos el nuestro y el caso es encontrarlo; supongo que con el placer y para disfrutar de verdad sucede lo mismo, suelo pensar en términos de compensación y merecimiento, y te lo dice una extremista que casi nunca vence...
Ahora ya entiendo a Aristóteles y al justo medio. El justo medio es el propio ombligo, no hace falta investigar más. De ahí el ombliguismo, no amiguismo, de la sociedad actual.
Me decepciona usted, querido doctor. Por varios motivos. Por una parte, según el hombre de Vitrubio de Leonardo da Vinci el centro no está precisamente en el ombligo... Además, parece mentira que siendo usted además de médico, filósofo, no sepa lo que ya se ha dicho aquí: que cada uno tiene que encontrar el suyo, y unos lo tienen más arriba (el corazón, por poner un ejemplo) y otros más abajo, o en el centro (mejor, dejémonos de ejemplos). En mi caso creo que está en la barriga, siento más con las vísceras que con el corazón, o esa es la sensación que percibo y quizás me equivoque; o puede que lo tenga en la piel, sobre todo de los brazos, nuca y espalda, que se me pone de gallina (la piel) y de punta (los pelos) cada vez que algo me emociona.
Ahora, que con lo del ombliguismo de la sociedad actual estoy completamente de acuerdo. Es una pena que a cada uno se le olvide que los demás tienen otro.
Sin duda el leer es uno de los mayores placeres de la vida.
La grandeza de la lectura está en que cada libro es interpretado por distintos lectores, de distinto modo: dos personas va al cine a ver una película y las dos salen habiendo visto la misma película; pero si en lugar del cine se deciden por un libro, casi con total seguridad leerán un mismo texto pero diferentes libros. (estoy espesito hoy)
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